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NEIVA – Caudal Adentro

Lugar: Centro Cultural José Eustasio Rivera

Fecha: Del 12 de junio al 22 de julio de 2022

Registro fotográfico: Fausto Díaz Pasmiño

Caudal Adentro fue el punto de partida del programa expositivo del 46 Salón Nacional de Artistas “Inaudito Magdalena”, una muestra colectiva ante el río Magdalena. Un río cuyo cauce nace en el sur occidente del país, en el macizo colombiano, en ese cruce entre el Huila y el Cauca, y que desde ese primer tramo permite vislumbrar algo de su complejidad política y social. Neiva, primera sede del Salón, es una de las ciudades de la cuenca que se desenvuelve a su orilla. Acá este se presenta como un cuerpo que ha sido golpeado por los extractivismos, no solo porque su caudal se ve afectado por las represas aledañas a la ciudad que fueron construidas como uno de los principales proyectos de energía en la zona, sino porque gran parte de la economía política ocurre en sus aguas. En la orilla conviven los pescadores, los mercados de la guadua y también la industria formal e informal arenera y, junto a ellos, se levantan también proyectos que se mueven entre el turismo y la ficción: el mirador del Mohán está a pocos pasos del monumento de la resistencia indígena de la Gaitana y justo debajo de ella, se encuentra un museo de dinosaurios que parece sacado de una novela de ciencia ficción paleontológica. 

Cada una de estas actividades y lugares se configuran como señales que trazan un cúmulo de tiempos y de relatos que más que opuestas o contradictorias contribuyen a la construcción de una red y no a una Historia de flujo lineal; señales que también podemos rastrear incluso desde el nombre con el que conocemos este río. Magdalena es producto del choque colonial el cual dejó por fuera sonoridades como Yuma, Arli, Guaca-Hayo, nombres con los que era conocido el río por diferentes pueblos originarios que lo habitaron antes de ser nombrado como lo conocemos hoy.

Estas son discusiones que queremos ampliar con los diferentes contenidos del Salón. Una conversación que tampoco es ajena a otros campos de estudio, disciplinas que como la ciencia también se están transformando y cuyos cambios son impulsados por el deseo, y la necesidad de abrirse a otras maneras de conocimiento. Un ejemplo es el hecho de que los pueblos que habitan estos territorios, que han sido atravesados por una historia y una matriz colonial, están pidiendo un cambio radical en los conceptos que los han definido y nombrado y que, en su gran mayoría, provienen de occidente. Una exigencia que produce un choque de tiempos y de relatos, y donde aparece la necesidad de otro lenguaje; es decir, maneras alternas de representación que respondan también al hecho de que este tiempo presente, tal como el río, se constituye de múltiples capas históricas, geológicas y naturales.  

Estos señalamientos son una de las vertientes de esta primera muestra: “Caudal Adentro”. Quisimos plantear, por ejemplo, que las prácticas cartográficas no pertenecen únicamente al campo de la exactitud científica y tecnológica, sino que también ocurren en el caminar y en la experiencia de recorrer y habitar estos territorios. Para esta exposición, Diana Gonzáles hizo un viaje desde el nacimiento en la Laguna del Magdalena en el Macizo Colombiano, atravesando partes del Huila y del Tolima, donde recogió pequeñas cantidades de agua y de tierra. Con estas muestras a la mano trazó una nueva ruta y transformó su representación, el río también son los cambios de colores de sus sedimentos. Edinson Quiñones, artista del Huila, realizó la primera residencia de curaduría del Salón, volvió a la Laguna, un lugar sagrado, junto a mayores y personas de estos territorios e hizo una serie de pagamentos. Enmingar para avanzar y crear para sanar, fue una residencia desde las prácticas ancestrales ligadas a la indagación territorial y la armonización. 

Un río cuya fuerza ya no depende de los ciclos naturales, sino de las alteraciones producto del cambio climático y que es consecuencia de los impulsos modernos, y desarrollistas de industrias extractivas como los monocultivos, la ganadería y el petróleo, entre otras. Industrias que más allá de cambiar un territorio, han transformado profundamente las formas de vida de estos lugares.  Son los artistas quienes así lo señalan. Carlos Bonil nos invita a interactuar con su obra, somos nosotros quienes al mover la manivela producimos el ruido y alteramos el paisaje; los dibujos de animales, personas y ecosistemas mediados por la explotación petrolera de Sebastián Sánchez y que están hechos en crudo sobre láminas de papel dorado; la imagen de la pintura La vaca que más caga de Luis Fernando Bautista, se entrecruza con los sonidos industriales generados en un matadero y que fueron recolectados por Boris Terán; Ana María Velásquez nos muestra las entrañas de un ave carroñera necesaria para limpiar el medio ambiente, Raúl Ballesteros construye una barracuda desde elementos reciclados. 

Finalmente, es el colectivo Jaguos por el Territorio quienes nos hablan de la resistencia política de los ríos y de las comunidades. En su pintura está implícita la pregunta sobre cómo es posible una solución energética que sea comunitaria y que no deje mayores huellas en los ciclos naturales del río.  En  Arraigo y resiliencia de la cuenca del río Yuma nos muestran cómo el hidro tornillo, un mecanismo diseñado y ensamblado por huilenses, y que fue instalado en el río Pato en el Caquetá para la producción hidroeléctrica de energía, se aleja por completo de los impactos producidos por la construcción de represas en el río. Mario Opazo en Cordillera, una escultura en guadua instalada en el espacio público, trae de regreso otras maneras de hacer utilizando ciertos tipos de tecnologías que, por los sistemas masivos e industriales, han permanecido ocultas. Opazo, al igual que Los Jaguos, le apuesta a un tipo de construcción artesanal, una que requiera otro tipo de sistemas y otro tipo de tiempo, uno más lento. Por ello, también invitamos a Ruta 4 taller, un colectivo de arquitectura expandida que, con la idea de que el público tenga un espacio de estar y de ocio a las afueras de la exposición y que hemos llamado Estación Puerto, responda a nuestra pregunta sobre cómo podemos construir una imagen, un lugar, para que también se transforme la experiencia del espectador.

Quisimos poner en juego algunas de las conexiones que este río tiene con sus afluentes y también con las lagunas, los estuarios y las ciénagas que le dan vitalidad. Hablar hoy del Magdalena es ser consciente de que ese cauce más que llevarnos de un punto a otro, que nos obliga a mirarlo desde su nacimiento, en el macizo, hasta desembocadura en Bocas de Ceniza, tiene un sinfín de vertientes. “Caudal Adentro” plantea un río por fuera del tiempo y de un espacio específico, porque, así como hablamos de este en particular, podemos también hablar de los otros. En el video de Alberto Baraya, la monumentalidad de un río amazónico es impactado violentamente por balas; en el Salto de Juan Covelli las tecnologías de representación digital funcionan para narrar la historia del Tequendama y presentar un nuevo punto de vista de la cascada, un montaje que logra capturar la simultaneidad de tiempos, tanto ancestrales como futuristas, inherentes a un territorio como este; y, finalmente, Mandato de la abuela agua: IPQUA, de Jennifer Ávila / Phuyu Uma, aboga al cuidado del agua, de las cuencas que se alimentan unas de otras y de los ejercicios de reparación del territorio, a través de los mandatos de los pueblos y de una búsqueda por los lenguajes de pueblos originarios.

Con estas obras, la muestra también propone un ejercicio de imaginación de nuevas mitologías, unas que puedan ser capaces de abordar no solo las complejidades que estructuran a Colombia como nación y como sociedad, sino otras ecológicas, sociales y económicas que suceden en todo el planeta. Los artistas, en un gesto que recuerda a la astrónoma chilena María Teresa Ruiz, cuando afirma que el presente es solo un momento imaginario entre el pasado y el futuro, crean metáforas para leer de otras maneras la historia y el universo. Son obras que nos hablan de la posibilidad de nuevos tiempos a partir de la reformulación misma del pasado. El corto documental de Juan Francisco Rodríguez, Borde de nieve, inicia con la desaparición de un glacial en el año 2070; Jonnathan Cataño construye con estiércol, tierra y fique, materiales recolectados en el río, un cuerpo amorfo que va creciendo con el tiempo en la mitad del espacio y que permite que conectemos con esa naturaleza de otra manera; Leonardo Ramos, reconstruye con panales de abejas la estructura de una vértebra de cachalote de aproximadamente 20 millones de años; los cuencos sobre arena del río de Luis Roldán nos trae de regreso la imagen de los espejos de los pueblos incas, para reflejar en tierra las constelaciones. William Narváez propone un ejercicio de ficción en el que se apropia de imágenes representadas por diferentes viajeros en Suramérica y que gozan de ambientes o entornos selváticos propios del siglo XIX, pero acá estas ilustraciones están ligadas a los relatos de ciencia ficción de Verne, paraísos perdidos o escenas del mesozoico. 

Cada una de las 20 obras participantes de Caudal Adentro, son los primeros señalamientos que podemos hacer sobre el río, sobre los relatos de otros cuerpos de agua y paisajes y sobre los procesos y experiencias vitales de los animales, y de las plantas, de múltiples formas de vida. Quizá la única certeza de esta primera muestra y que da pie para los proyectos que están por venir a lo largo de la cuenca son las dos siguientes imágenes poéticas: el mensaje inaudible que viaja en una botella a la deriva por un caño, que podría ser de cualquier ciudad latinoamericana (un corto video de Donna Conlon y Jonathan Harker) y esa bolsa de plástico desolada de Alejandra Rincón, que se iza mostrando lo absurdo que puede ser un intento de conquista territorial hoy. Tal vez, porque convivir con lo no humano es la última oportunidad que nos queda para construir una vida vivible y un hábitat habitable, tal y como lo proyecta Úrsula K. Le Guin en su novela “El nombre del mundo es Bosque”.

Equipo Curatorial 46 SNA

Artistas

Exposición en Sala

Alberto Baraya (Bogotá, 1968) 

Río / Putumayo 05 (parte de la obra Río) / Árbol de caucho / Hipopótamo, cebú y tres gallinas en el Magdalena

Alejandra Rincón Navarro (Tuluá, Valle del Cauca, 1981)

Estandarte

Ana María Velásquez (Medellín, 1974)

RX-03 (de la serie Bandada): 1. RX Individuo 03 [radiografía], 2. Individuo 03 [escultura]

Boris Terán (Bogotá, 1972)

Prácticas humanas

Carlos Bonil (Bogotá, 1979)

Lotes

Diana González (Guateque, Boyacá, 1983)

Encuentros y desencuentros

Donna Conlon y Jonathan Harker (Georgia, EE. UU.; 1966, Quito, Ecuador, 1975)

Voz a la deriva / The voice Adrift 

Jenniffer Avila Jordán (Phuyu Uma) (Cali, 1987)

Mandatos de la abuela Agua (linograbados) / Memorias de la abuela Agua (vídeo) 

Jonnathan Cataño (Cali, 1983)

Lo suprasensible

Juan Covelli (Bogotá, 1985)

El salto

Juan Francisco Rodríguez (Bogotá, 1996)

Borde de nieve

Leonardo Ramos (Bogotá, 1980)

Livyatan Melvillei, 

Luis Fernando Bautista (Natagaima, Tolima, 1979)

La vaca que más caga

Luis Roldán (Cali, 1955)

Reflejo lunar

Raúl Ballesteros (Cartagena, 1982)

Barracuda azul (de la serie Ciudad Parapeto)

Sebastián Sánchez (Bogotá, 1983)

Crudo: Bagre rayado, Caimán aguja, Chiguiros, Flamingo, Pelícano gris, Javier G. Gutiérrez, Pablo Giraldo, Mauricio Cárdenas (Dibujos) / Sin título (Vídeo) 

William Narváez (Buga, Valle del Cauca,  1989)

Quimeras: La caza del pterodactyl en América, El paso de la Angostura, batalla de un Plesiosaurio y un Pliosaurio en el río Nare, Avistamiento de serpientes marinas en el paso del Magdalena en Guataqui

Intervenciones en espacio público

Mario Opazo (Chile, 1969)

Cordillera

Jaguos por el Territorio (La Jagua, Huila)

Arraigo y resiliencia de la cuenca del río yumaa

ESTACIONES PUERTO

 Ruta 4 taller (Pereira, Risaralda, 2014)

 “Un grávido río…”- Estación Puerto