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Boris Terán

Bogotá, Colombia. 1972

Maestro en Artes Plásticas con énfasis en escultura y especializado en nuevos medios. Con más de 25 años de experiencia, ha colaborado con importantes artistas e instituciones del circuito artístico nacional. El salto entre géneros de la plástica como la fotografía análoga y digital, la escultura, la instalación, la multimedia, la pintura, el dibujo y las prácticas activistas le permiten posicionar su trabajo en el borde entre la construcción de gramáticas plásticas y los agenciamientos políticos en asuntos de religión, cultura, paz y liberación animal.

Prácticas humanas

Registro fotográfico: Fausto Díaz Pasmiño / Registro sonoro: Boris Terán

Ficha técnica

PRÁCTICAS HUMANAS

Objeto sonoro y texto

Dimensiones variables: Dos esferas de ø 30 cm (c/u), un cubo negro (buffer) de 22 x 15 x 22 cm, cable de 4 m, dos esferas de estiércol, una esfera de icopor, cubo negro (buffer / sistema de sonido 2.1)

Vídeo con texto de 2:40 min en loop, audio con sonido de matadero (12:20 min en loop), luces cenitales y libro de visitas

2017

*Proyecto seleccionado de la convocatoria «Arte y Naturaleza» 46 Salón Nacional de Artistas.

Sobre la obra

No era tan fácil entrar en ese momento. Tenías que hacer un trámite, ir a hablar en el lugar, consultar la posibilidad y a la semana te daban respuesta. Ahí te pedían overol o una bata, casco y guantes. La llegada era muy temprano, seis de la mañana si no estoy mal. El edificio tenía dos pisos como ahora pero el resto es muy distinto, más austero, la construcción simplemente tenía que cumplir su labor, eso sí con vigas y columnas muy fuertes. En su momento era de los pocos de dos pisos, lo cual creo que era una norma técnica.

Se entraba por arriba, pero para ver cómo eran la cosa tocaba bajar a las rampas y hacer el mismo recorrido que ellas. Primero cambiarse afuera y ahí si se entraba. Se llegaba al patio y ya estaban ellas, en ese momento habían unos 4 o 5. Las mojaban para que la sangre fuera a los órganos internos creo. Las iban subiendo empujandolas y chiflandoles. No era que les pegaran, tampoco creo que fuera necesario, ellas hacían caso.

La rampa era de concreto y tenía barandas de metal como de dos o tres pulgadas. Una a una las iban pasando. No era fácil para ellas caminar en el concreto y menos mojado. Trastabillaban y se resbalaban.  Era un dia gris y en esa época hacía más frío en la mañana, sobre todo en esta parte de la universidad. Aun dentro del edificio hacía frío.

Aunque estaba la pistola no habían cartuchos, no se si eran perdigones o balas, el caso es que no habían. La compuerta se abría, se escuchaba ruido de industria y bueno, es que era una industria. Entraba la primera, despacito se acomodaba y se cerraba la puerta detrás de ella. El espacio era justo para que cupiera el cuerpo. Tenía que meterse, igual no se podía devolver porque ahí estaba la otra empujando. Si no estoy mal, uno seguía el recorrido por un canal paralelo, como un puente mucho más pequeño en el que apenas cabía y por ahí se entraba al edificio también.

Uno estaba más alto que ellas. Las veía hacia abajo y como no había lo que disparaba la pistola, entonces les tocaba con una varilla similar a un barretón con la punta afilada. No siempre acertaba a la primera y bueno, todo el brincoteo y la lucha. El golpe se le daba en la nuca para desconectar la columna. La idea es que quedara cuadriplejica. Como les decía hacía mucho frío, sonaban las patadas contra el metal. Lo que pasaba es que el piso tenia desnivel entonces tampoco se podían parar bien.

Alguno de los golpes daba donde era y ella se caía. Se abría la compuerta lateral de la caja y por el resbaladero que les decía se deslizaban, sin embargo no dejaban de patalear, aunque se supone que no podían controlar las piernas. Cuando paraban, ó si no había peligro, de una máquina bajaba una cadena, de la cual se amarraba una pierna. Todo el sistema era conducido por un riel aéreo.

La cadena parte de una polea con motor. El aparato es grande para poder con todo este peso. La subía y le daban una cuchillada en el cuello, uno, dos y tres y empieza el sangrado. Si se quería guardar la sangre, se usaba un cuchillo que es como un tubo con un corte diagonal afilado, una cánula. En esa ocasión dejaron caer la sangre que se resbala por la cara y aún sobre los ojos. Es decir que no sólo lo ve ella, sino las otras que están al lado. Como el agua y las baldosas están frías y los cuerpos calientes, sale mucho vapor del piso y de la sangre que rápidamente y con algo de afán iban limpiando y llevando a los desagües. Por eso es de dos pisos, en el piso de abajo hay unos biodigestores para procesar los residuos.

Mientras deja de desangrarse le cortan las piernas. Justo ahí la cosa está en un punto intermedio, sin embargo aún no se sabe que tan vivas están. Siguen por el riel y se pasa a la siguiente parada donde le cortaban la cabeza y unos hombres con otro uniforme  la revisaban, mirando si los ganglios estaban inflamados, y es que, si es así, no se puede comer. En el fondo se veían las otras que estaban entrando en la máquina y todo el proceso seguía. Luego en otra estación amarraban la piel a un mecanismo que la iba enrollando, tocaba que fuera suave para no dañar la piel ni la carne. De a poco se va despellejando y aparece todo el músculo. Sigue palpitando. No es como que esté resignado sino sigue moviéndose en cadena. En este punto el mecanismo estaba en una zona de bandejas, unas con tapas donde se guardaban los intestinos, la piel y demás.

También había unas motosierras agarradas al techo para los cortes más grandes. La forma es bonita, es decir los músculos son grandes y brillantes y en general la forma del cuerpo es fuerte. En este momento la cortaban por la mitad. En todo ese tiempo no paró de salir vapor en cada corte y los músculos se seguían moviendo. Es algo contradictorio. De ahí en adelante la cosa es más o menos la misma, hasta que ya no parece lo que es, claro, esto después de toda la carnicería.