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Colectivo CORPIDOAC

Villavicencio, Meta, Colombia. 2007

Graciela Barbosa, Gladys Mota, Cesar Valencia, Gabriel León

La Corporación Indígena Desplazados de la Orinoquia y Amazonia Colombiana (CORPIDOAC) nació en el 2007 como iniciativa independiente de la lideresa Graciela Barbosa Teixeira y su esposo Reinaldo Suárez, y se conformó por la necesidad de buscar una identidad cultural indígena para la población desplazada de distintas etnias de selva, asentadas en Villavicencio.

Barbosa Teixeira es lideresa de la etnia guanana del Vaupés, habitante en Villavicencio y víctima del desplazamiento forzado luego de la toma de Mitú de 1998. Con un programa autosostenible de la ONU y Ecopetrol, CORPIDOAC inició tres proyectos en 2008: uno de gobierno propio, uno de artesanías, y otro de transformación de comida típica estimulado por la falta de cultivos en la ciudad. Se distribuyeron según sus habilidades y las mujeres se autocapacitaron con un gramo de chaquiras para cada una, enfrentándose a un reto manual. “Hoy tejen día y noche”, dice Barbosa.

Actualmente exportan artesanías a Estados Unidos, Canadá, Alemania, Noruega, México y Cartagena, convirtiendo esta actividad en la principal fuente de ingresos de veintidós mujeres artesanas cabeza de hogar, que conforman la plataforma (AMIV) Artesanos Multiétnicos Indígenas de Villavicencio.Amiv significa “hermano mayor” para la etnia tukana. Desde esta plataforma, las mujeres artesanas sintetizan el conocimiento ancestral a través de sus piezas, el cual también transmiten a través de la palabra a las y los menores de la comunidad. El collar “sol de verano” es elaborado con chaquiras de colores cálidos en tonos ocres y rojos, y representa a la etnia tukana. El collar “el agua” es elaborado con diferentes tonalidades de azules, y representa a la etnia guanana. Todas y todos en CORPIDOAC, hablan la lengua tradicional de su etnia.

La canoa de la creación

Registro fotográfico: Pablo Rincón Díaz

Ficha técnica

LA CANOA DE LA CREACIÓN 

Tejido en mostacilla

3.50 x 2.00 m

2022

 

Sobre la obra

Al principio del mundo había una gran laguna, un encierro, un sitio donde solo podía vivir el Güío, el dios, el creador. El Güío-dios pensó que tenía que repartir las tribus, darle a cada una su tierra y así poblar el mundo. Salió del Lago de leche ubicado en la desembocadura del río en el Yuruparí. Subió por el río Amazonas con los piratapuyo, los tatuyo, los wanano, los cubeo, los tukano, los siriano, los tuyuca, los carapano, los curripaco, los carijono, los piapoco y los pijao dentro de él, quienes lo veían como una gran canoa. A partir de Ipanoré, el Güío fue dejando tribus de hombres y de mujeres a las que hoy reconocemos como las etnias del Vaupés.

Una vez salían las etnias del Güío creador, este rezaba a la tierra, al agua, a la selva, a los animales. Cada rezo fue una enseñanza que quedó a cada familia, permitiéndoles desarrollar habilidades específicas: unos eran curanderos, otros cantadores, otros danzadores… otros ahora son grandes artistas.

El mito del Güío nace de una geografía; se ubica en un espacio físico. Es un lago rodeado de rocas que son como las piernas de una mujer pariendo. De ahí nacieron las etnias, como hijas del río, del agua. Es un espacio – tiempo pre-cultural que se manifiesta a través de la obra realizada por las mujeres y los hombres de la Corporación Indígena Desplazados de la Orinoquía y la Amazonía Colombiana (CORPIDOAC). Este origen mítico es la base de la creación de su mundo social, cultural y humano dentro de su condición de desplazamiento, pues les permite convivir desde su carácter multiétnico y multicultural, y, sobre todo, les permite crear en colectivo.

Mujeres y hombres de CORPIDOAC se unen a través del arte, de la materia y la creatividad como una manera estética de vivir la realidad.