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Colectivo Sáliba

Resguardos San Juanito y el Médano, Orocué, Casanare. 2022

Alirio Pónare, Hilber Humegé, Samuel Guacarapare, José Yamibay, Carlos Catimay

El grupo de creadores de etnia sáliba, que habita junto a los ríos del Meta y del Casanare, está ubicado en los resguardos San Juanito y El Médano, en Orocué. Llegaron a los Llanos Orientales desde el Orinoco venezolano. Cruzaron los ríos Orinoco y Meta hasta llegar a un lugar al que llamaron ‘Morichito’, porque vieron una palma de moriche.

Al ser una etnia, cuya cosmología se divide en casa macho y casa hembra, asumen también las técnicas de trabajo manual según el género. Las mujeres dominan la técnica del barro, mientras que los hombres dominan el tejido y la talla de madera.

La agrupación está organizada bajo el liderazgo de Alirio Pónare quien ha recreado Orocué con un bello e imaginativo parque: el “Mundo Animal”, donde fabricó esculturas de animales en concreto a gran escala. Hoy el parque es atractivo turístico de la región, así como un lugar para la recreación y pedagogía de niñas y niños en Orocué.

Por su lado, Hilber Humegé es representante de la etnia ante las entidades del gobierno local; Samuel Guacarapare domina la técnica de la talla de escultura en madera; José Oscar Yamibay es tejedor y su casa está hecha en técnica ancestral de muros de barro, y, por último, Carlos Alberto Catimay es profesor, y domina y enseña la lengua sáliba, cada día más olvidada en la región.

Actualmente se preocupan y trabajan por la sostenibilidad de los resguardos sáliba, así como de la naturaleza de las tierras promoviendo la resiembra y la sana convivencia con los animales. Esto es expresado de manera creativa a través de su producción material que hoy los reúne en una propuesta contemporánea que habla de su territorio y su comunidad.

Nuestro mundo Sáliba

Registro fotográfico: Pablo Rincón Díaz

Ficha técnica

NUESTRO MUNDO SÁLIBA

Talla en madera y pintura

Pieza central: 2,00 x 1,50 m

Esculturas con dimensiones variables

2022

 

Sobre la obra

Nuestro mundo Sáliba

El dios Pulú enseñó el cultivo de la tierra, la caza, la defensa, los rezos para curarse de las enfermedades, junto al poder de las plantas y el respeto por la naturaleza. Al soplar por la nariz creó al hombre como hijo de la madre tierra, y luego a la mujer que camina por la llanura y los bosques, y vive a la orilla de la laguna.

La mujer rallaba yuca y estaba admirada, porque la tierra no tenía gente, árboles, hasta que apareció Pulú, quien soñó con ella y eyaculó. El jugo de la vida cayó debajo del chinchorro, y nació un niño, bajo la totuma de la calabaza. El niño y el padre cavaron un hueco en la tierra del que nació el agua. Así se formaron las lagunas, los caños y los ríos, y luego los médanos, rastrojos y morichales, creando el paisaje de la llanura. Al esparcir semillas por las orillas de los ríos y lagunas, crecieron los árboles. Tumbaron los más grandes para fabricar la canoa.

Enseñaron a cortar y aserrar la madera para construir la casa macho y la casa hembra. En la casa macho se duerme y está la sala. En la casa hembra está la cocina, y es donde se hacen las rondas para compartir la comida. También se comparten los cuentos, las pinturas y los bailes; la casa hembra es la vida.

Bajo el techo de la palma de moriche, en las casas también se come su fruto, del que sale un jugo aceitoso y delicioso. Con la fibra se teje y se hacen artesanías. Con el tallo, se fabrican los utensilios para hacer casabe: el manar, el volteador, el sebucán, el budar. 

La obra del colectivo Sáliba es la historia de su pueblo, que, bajo el brillo del sol y el arcoíris, se deja guiar por la gaviota que dirige la canoa por los ríos Meta y Orinoco.