Vive y trabaja en Barrancabermeja hace más de 50 años, tiene la doble condición de víctima y de miembro de una minoría étnica y su obra escultórica en arcilla tiene en estos dos aspectos su base conceptual y espiritual. Edinson cuenta: «A la edad de 12 años llegué desplazado a estas tierras bermejas, junto a mi padre, por la falta de oportunidades. Desde que vi ese río majestuoso, me impresionó la gran cantidad de árboles que crecían en sus calles y los terrenos baldíos. Con el tiempo estos árboles fueron desplazados, como se desplazaron miles de perseguidos por todo tipo de violencias. Hoy veo otras especies de árboles extraños. Los nativos son muy pocos: orejeros, móncoros, patevaca, gallineros, almendros y, en especial, las ceibas que han ido desapareciendo. Hoy quedan muy pocas… Al ver que se extinguen, me di a la tarea de preservar la vida de estas grandes y majestuosas ceibas durante más de 20 años. Ellas han sido mis bellas compañeras. Estos árboles han sido testigos de mi trasegar por el mundo del arte. Sé que queda mucho por hacer para defender esta especie que seguirá en esta tierra mientras nosotros nos vamos. Con el paso de los años, ellas adquieren la fuerza del río en el movimiento de sus hojas y nos brindan la sombra de la experiencia de los más viejos».