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Marlon de Azambuja

Santo Antônio da Patrulha, Brasil, 1978

Nacido en Brasil y residente en París, es un artista multidisciplinario que trabaja con las nociones de espacio, cuerpo y ciudad desde sus aspectos físicos, políticos, conceptuales y poéticos. Desarrolla con frecuencia exposiciones de carácter inmersivo, invitando al espectador a sumergirse en un universo muy personal, pero a la vez reconocible por su cercanía con el cotidiano. Su obra ha sido expuesta en numerosas exposiciones internacionales como la Trienal de Cleveland en EUA; Dhaka Art Summit en Bangladesh; Bienal de La Habana en Cuba, y la Bienal de Mercosul en Brasil. En Colombia sus instalaciones se han presentado en NC Arte, Espacio Odeón y en la galería Instituto de Visión.

Nocturna

Registro Fotográfico: Camila Malaver Garzón

Ficha técnica

NOCTURNA

Spray de pintura de baja presión y hojas naturales sobre madera

3 x 14,5 m

2022

 

*Obra comisionada para el 46 Salón Nacional de Artistas del Ministerio de Cultura

Sobre la obra

Nocturna

Museo de arte del Tolima 

 

Nocturna es una acción pictórica de gran envergadura que fue realizada in situ en el Museo de Arte del Tolima para la versión 46 del Salón Nacional de Artistas, “Inaudito Magdalena”. Fue realizada mediante la acumulación de diversas capas de color sobre una superficie horizontal, sobre la que se iban situando hojas de distintas plantas tropicales, como las que suelen crecer frondosamente en selvas y bosques, con el fin de registrar diferentes huellas. Para esta acción se emplearon latas de pintura de baja intensidad, que le permitieron a cada una de las partículas de pigmento decantarse a través del aire para depositarse lentamente y en forma de polvo sobre el material vegetal recolectado en las proximidades de Ibagué y de ese modo registrar su impronta sobre la superficie de madera que sirvió de soporte a toda la acción. Sin embargo, la pieza no se instala directamente sobre el muro, sino que se vale de todo un andamiaje de madera para separarse paulatinamente de él, a través de un gesto que requiere de un enorme esfuerzo material, pero que permite que la pintura funcione en sí misma como arquitectura. Dado que fue creada sobre el suelo, su instalación “eleva” literalmente esas sucesivas capas de polvo, pasando de una situación horizontal hacia una estructura vertical, en donde la imagen cobra una mayor fragilidad. Aun así al igual de lo que ocurre en una fotografía, una sombra o un olor, la imagen resultante ha emanado de la experiencia que le dio origen.

La pieza resultante es una gran instalación pictórica que dialoga con la arquitectura del espacio en donde se sitúa, porque tiene las mismas dimensiones de la cubierta elevada del techo de la sala. Adicionalmente su escala, tiene la capacidad de remitir a los visitantes a la imagen de una selva nocturna, misteriosa, imbricada y siniestra. El artista busca generar en los espectadores una experiencia ominosa que puede ser asociada con la inmersión profunda en la naturaleza, en donde no es posible identificar todos los sonidos que se perciben y donde no se puede anticipar la escala de algún lugar en particular. Sumergirse en la selva de noche puede resultar aún más siniestro porque los sentidos corporales como la vista, el oído, el tacto o el olfato que permiten explorar el entorno en que se desenvuelve la vida humana, parecen de mucho menor escala que estas nuevas situaciones que el cuerpo experimenta. Al evocar la experiencia nocturna de la naturaleza, se evoca un temor atávico, que vivimos los seres humanos ante la evidencia de presencias que intuimos, pero que no podemos percibir concretamente.

Nocturna funciona como una obra de sitio específico, porque debido a su escala y materiales es imposible conservarla una vez termina la exposición, de manera que es de carácter efímero. Esta impermanencia de la pieza refuerza la idea de que se trata de una acción, de un gesto y de una experiencia vital antes de la construcción o configuración de un objeto.