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Mayra Moreno

Riosucio, Chocó, Colombia, 1991

Mayra M. Moreno Mena, nació en Riosucio – Chocó el 23 de noviembre de 1991, donde vivió hasta 1999, se mudo al año siguiente a Medellín, Antioquia, donde vive, estudia y trabaja hasta el presente. Hija de Leonor Mena y Américo Moreno. arimidex profile arimidex pills picadinho En el 2007 se graduó del bachillerato en el colegio el CEFA, del 2010 al 2016 estudió artes plásticas en la Universidad de Antioquia, ha participado en exposiciones colectivas en la Alianza Francesa, el Colombo Americano y en el Mamm. Su primera exposición individual fue en el Colombo Americano Medellín, y ha expuesto individualmente en Bodega Comfama Medellín, Galería Olivie Debre Alianza Francesa Medellín, Galería Biblioteca EPM, Medellín.

En palabras de la artista: “Mi curiosidad artística está en el territorio sobre cómo su habitar y el hábitat se moldea a causa de fenómenos naturales como las inundaciones y la influencia antropogénica que incide en los ríos. Porque el agua se deja indagar desde lo metafórico, desde la observación y me permite interrogar qué es lo que moldea a otros y me moldea a mí con todas mis incertidumbres desde lo afro, lo indígena, ser mujer, ser persona, ser artista y ser futura física. Así, en modos de observaciones, planteo investigaciones sobre estos temas y lo que deriva son pensamientos que trato de materializar en forma de arte, porque es el medio de expresión para compartir mis narrativas”.

Sincronía

Registro fotográfico: Camila Malaver Garzón

Ficha técnica

SINCRONÍA

Instalación con formas de madera y mimbre sintético

4,40 x 4,50 x 0,70 m

2016 – 2017

Sobre la obra

Sincronía

«Sincronía» pone en relación y diálogo dos elementos propios de la identidad visual y estructural de su pueblo natal Riosucio, departamento del Chocó. Ambos constituyen el paisaje típico de muchos lugares del país. Por un lado los muelles y puentes en palafitos hechos de tablones y troncos de madera. A orillas del río Atrato, las construcciones de casas, andenes, puentes y muelles que los interconectan unos con otros; son esenciales para sortear los flujos de ese río que en sus crecidas inunda y en sus bajadas enlodece cualquier superficie circundante del casco urbano y de los poblados aledaños. Por otro lado, la permanencia de sillas de mimbre huérfanas y su uso prolongado en los interiores o en los zaguanes y entradas de las casas. Acompañan y dan descanso en las largas horas de tedio caluroso y húmedo que permea durante todo el año el ambiente de la región. Las sillas mecedoras, de mimbre en este caso, es una evocación directa al tiempo con el que se sortean las largas horas de languidez sofocante y acuosa, latente en el día y prolongada en las noches, y que se convierten en un paisaje común de interacción social o simple presencia estática de seres que meciéndose van sorteando un tiempo que parece no transcurrir.

 

Santiago Vélez