El 10 de marzo de 2000 más de 150 hombres de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) incursionaron de forma violenta en Mampuján. Después de reunirnos en el parque y de amenazarnos de muerte, nos dieron unas pocas horas para que las 245 familias que vivíamos en este hermoso pueblo nos fuéramos y no regresáramos. Tuvimos que huir para vivir por muchos años hacinados y bajo la mirada juzgadora de una sociedad que nos tildaba de colaboradores de la guerrilla.
En el 2002 llegaría a nuestras vidas Teresa Geiser, una extraordinaria artista de tela y psicóloga menonita, que nos enseñaría la técnica de arte del Quilting (tela sobre tela) como una herramienta terapéutica de sanación colectiva. Treinta y tres mujeres empezamos a reunirnos para coser retazos geométricos en telares. Esta experiencia se convertiría en nuestra salvación. Le pedimos a Teresa que nos enseñara a coser tapices que reflejaran nuestro pasado, nuestras tradiciones y también nuestro futuro. Para nosotras el ejercicio de coser era (y sigue siendo) una terapia para recordar sin dolor y una forma de expresión pública para poder contar nuestras historias a través de las representaciones de las telas. Fue así como nuestros conocimientos ancestrales, raíces, memorias y anhelos empezaron a revivir en los tapices.
Los tapices empezaron a fluir en nuestras manos y desde entonces no hemos parado. Los telares, que para nosotras son “monumentos vivos”, han logrado enlazar el trágico pasado, que empezó con el desplazamiento, con un futuro próspero para nuestra comunidad y nuestra región. Estas piezas artísticas se han convertido en nuestra herramienta para la sanación espiritual y para la construcción colectiva de nuestra memoria histórica. Fue así como surgió, en el 2004, la Asociación para la Vida Digna y Solidaria ASVIDAS [1] como la organización de base que lidera la iniciativa de paz y de arte “Mujeres tejiendo sueños y sabores de paz”, o las Tejedoras de Mampuján, como somos conocidas.
El arte que subyace en los telares dentro de esta práctica primitiva y femenina es un medio que nos ha permitido expresar desde los sentimientos más dolorosos hasta los sueños más ambiciosos de una comunidad víctima de la guerra y la violencia estructural. Los telares han ayudado a plasmar nuestros saberes ancestrales, mezclados con ideas de emprendimiento, y con estos hemos ido tejiendo nuevas historias que hoy se traducen en vidas capaces de perdonar.
[1] Es la organización que tiene la personería jurídica. La iniciativa de las Tejedoras de Mampuján tiene, sin embargo, su propia organización interna.